LA POESÍA TRADICIONAL MEDIEVAL PROCEDENTE DE LOS CANTARES DE GESTA: EL ROMANCERO
Dentro de la lírica tradicional hay que incluir a los romances, aunque están a caballo entre la épica y la lírica. Constituyen una de las más importantes manifestaciones de nuestra poesía tradicional. Nacen en la Edad Media (siglos XIV y XV) cuando decae el gusto por los cantares de gesta transmitidos por los juglares. En un principio son fragmentos de antiguos cantares de gesta, que recogen episodios recitados una y otra vez por los juglares a petición del público oyente que reclama aquellos pasajes en los que se concentra la tensión narrativa o lírica; el pueblo los recoge y memoriza y se transmiten aislados . De ahí las variantes. La transmisión ha sido oral hasta nuestros días.
El Romancero viejo, formado con romances anónimos y primitivos de los siglos XIV y XV, tiene un corpus muy variado :
§ romances épicos de carácter histórico o legendario (el Cid, la pérdida de España, los infantes de Lara, el rey don Rodrigo, Fernán González...).
§ romances carolingios (Roldán y la derrota de Roncesvalles)
§ romances líricos.
§ romances novelescos.
§ romances moriscos y fronterizos
§ romances pastoriles y villanescos
La versificación del romance es de versos monorrimos de 16 sílabas, compuestos de dos hemistiquios octosilábicos. Para otros son versos octosilábicos con rima en los pares. La rima es asonante y los versos se disponen en tiradas. Algunos aparecen con estribillo.
En cuanto a sus características estilísticas destacamos:
§ Sencillez y naturalidad.
§ Alternancia de las formas verbales que anima y acelera la narración.
§ La repetición sintáctica y semántica.
§ Paralelismos.
§ Correlaciones.
§ Antítesis.
§ Enumeraciones.
§ Mezcla equilibrada de narración y diálogo.
§ Formulismo- propio de la poesía oral- : "Allí habló..." , "...bien oiréis lo que dirá".
§ Apelaciones o llamadas al oyente.
§ Fragmentarismo . corte brusco final o comienzo in media res que tiene un gran poder sugeridor y envuelve de misterio al poema.
§ parquedad ornamental en la adjetivación.
Al principio los versos eran irregulares, como los hemistiquios de los poemas épicos, pero luego se regularizaron en torno a las ocho sílabas:
____________ ______________ A _____________8-
____________ _____________ A _____________8a
___________ _____________ A _____________8-
______________ _____________A _____________8a
Desde finales del siglo XVI, y hasta la actualidad, numerosos autores cultos se han sentido atraídos por estas composiciones y han escrito poemas utilizando su esquema métrico y su tono popular. Ejemplos de esta utilización los tenemos desde Lope de Vega hasta Antonio Machado o Federico García Lorca. Estas obras forman el Romancero Nuevo.
En el siglo XIX los primeros folkloristas empezaron a recoger, analizar y publicar estos poemas que se habían transmitido de manera oral y estaban en trance de desaparición. En Extremadura también se inició esta labor por distintos estudiosos y escritores (Publio Hurtado, García Plata de Osma, Mario Roso de Luna, Gabriel y Galán) y publicaron sus trabajos en revistas como El Folklore Frexnense y Bético- Extremeño y la Revista de Extremadura. Manuel García Matos y Bonifacio Gil fueron dos grandes recopiladores con su Cancionero popular de Extremadura y lírica popular de la Alta Extremadura.
ABENÁMAR «Abenámar, Abenámar, moro de la morería, el día que tú naciste grandes señales había. Estaba la mar en calma, la luna estaba crecida; moro que en tal signo nace, no debe decir mentira.» Allí respondiera el moro, bien oiréis lo que decía: «No te la diré, señor, aunque me cueste la vida, porque soy hijo de un moro y una cristiana cautiva; siendo yo niño y muchacho mi madre me lo decía: que mentira no dijese, que era grande villanía: por tanto pregunta, rey, que la verdad te diría. «Yo te agradezco, Abenámar, aquesta tu cortesía. ¿Qué castillos son aquéllos? ¡Altos son y relucían!» «El Alhambra era, señor, y la otra la mezquita; los otros los Alijares, labrados a maravilla. El moro que los labraba cien doblas ganaba al día y el día que no los labra otras tantas se perdía. El otro es Generalife, huerta que par no tenía; el otro Torres Bermejas, castillo de gran valía.» Allí habló el rey don Juan, bien oiréis lo que decía: «Si tú quisieras, Granada, contigo me casaría; daréte en arras y dote a Córdoba y a Sevilla.» «Casada soy, rey don Juan, casada soy, que no viuda; el moro que a mí me tiene muy grande bien me quería.» |
ROMANCE DE ABENÁMAR
-¡Abenámar, Abenámar, moro de la morería, el día que tú naciste grandes señales había! Estaba la mar en calma, la luna estaba crecida, moro que en tal signo nace no debe decir mentira. Allí respondiera el moro, bien oiréis lo que diría: -Yo te lo diré, señor, aunque me cueste la vida, porque soy hijo de un moro y una cristiana cautiva; siendo yo niño y muchacho mi madre me lo decía que mentira no dijese, que era grande villanía: por tanto, pregunta, rey, que la verdad te diría. -Yo te agradezco, Abenámar, aquesa tu cortesía. ¿Qué castillos son aquéllos? ¡Altos son y relucían! -El Alhambra era, señor, y la otra la mezquita, los otros los Alixares, labrados a maravilla. El moro que los labraba cien doblas ganaba al día, y el día que no los labra, otras tantas se perdía. El otro es Generalife, huerta que par no tenía; el otro Torres Bermejas, castillo de gran valía. Allí habló el rey don Juan, bien oiréis lo que decía: -Si tú quisieses, Granada, contigo me casaría; daréte en arras y dote a Córdoba y a Sevilla. -Casada soy, rey don Juan, casada soy, que no viuda; el moro que a mí me tiene muy grande bien me quería.
ROMANCE XIII EN QUE DOÑA URRACA
-¡Afuera, afuera, Rodrigo, el soberbio castellano! Acordársete debría de aquel buen tiempo pasado que te armaron caballero en el altar de Santiago, cuando el rey fue tu padrino, tú, Rodrigo, el ahijado; mi padre te dio las armas, mi madre te dio el caballo, yo te calcé espuela de oro porque fueses más honrado; pensando casar contigo, ¡no lo quiso mi pecado!, casástete con Jimena, hija del conde Lozano; con ella hubiste dineros, conmigo hubieras estados; dejaste hija de rey por tomar la de un vasallo. En oír esto Rodrigo volvióse mal angustiado: -¡Afuera, afuera, los míos, los de a pie y los de a caballo, pues de aquella torre mocha una vira me han tirado!, no traía el asta hierro, el corazón me ha pasado; ¡ya ningún remedio siento, sino vivir más penado! |
ACTIVIDADES
1.- El romance de Abenámar aparece en dos versiones ¿a qué se debe?
2.- ¿Qué se cuenta en el romance de Abenámar?¿Y en el XIII? ¿Tienen que ver con la Reconquista? ¿A qué se llama Reconquista?
3.- Análisis métrico de los poemas.
4.- El romance XIII es un relato fragmentario ¿a qué se refiere?
5.- ¿Hay fórmulas apelativas al oyente?
6- ¿Cómo es el diálogo en los romances? ¿Por qué?
VARIANTE 1
ROMANCE DE GERINELDO
Levantóse Gerineldo, que al rey dejara dormido,
fuese para la infanta donde estaba en el castillo.
—Abráisme, dijo, señora, abráisme, cuerpo garrido.
—¿Quién sois vos, el caballero, que llamáis a mi postigo?
—Gerineldo soy, señora, vuestro tan querido amigo.
Tomárala por la mano, en un lecho la ha metido,
y besando y abrazando Gerineldo se ha dormido.
Recordado había el rey de un sueño despavorido;
tres veces lo había llamado, ninguna le ha respondido.
—Gerineldo, Gerinaldo, mi camarero pulido;
si me andas en traición, trátasme como a enemigo.
O dormías con la infanta o me has vendido el castillo.
Tomó la espada en la mano, en gran saña va encendido,
fuérase para la cama donde a Gerineldo vido.
El quisiéralo matar, mas criole de chiquito.
Sacara luego la espada, entrambos la ha metido,
porque desque recordase viese cómo era sentido.
Recordado había la infanta y la espada ha conocido.
—Recordados, Gerineldo, que ya érades sentido,
que la espada de mi padre yo me la he bien conocido.
VARIANTE 2
ROMANCE DE GERINELDO Y LA INFANTA
—Gerineldo, Gerineldo, paje del rey más querido,
quién te tuviera esta noche en mi jardín florecido.
Válgame Dios, Gerineldo, cuerpo que tienes tan lindo.
—Como soy vuestro criado, señora, burláis conmigo.
—No me burlo, Gerineldo, que de veras te lo digo.
—¿Y cuándo, señora mía, cumpliréis lo prometido?
—Entre las doce y la una que el rey estará dormido.
Media noche ya es pasada. Gerineldo no ha venido.
«¡Oh, malhaya, Gerineldo, quien amor puso contigo!»
—Abráisme, la mi señora, abráisme, cuerpo garrido.
—¿Quién a mi estancia se atreve, quién llama así a mi postigo?
—No os turbéis, señora mía, que soy vuestro dulce amigo.
Tomáralo por la mano y en el lecho lo ha metido;
entre juegos y deleites la noche se les ha ido,
y allá hacia el amanecer los dos se duermen vencidos.
Despertado había el rey de un sueño despavorido.
«O me roban a la infanta o traicionan el castillo.»
Aprisa llama a su paje pidiéndole los vestidos:
«¡Gerineldo, Gerineldo, el mi paje más querido!»
Tres veces le había llamado, ninguna le ha respondido.
Puso la espada en la cinta, adonde la infanta ha ido;
vio a su hija, vio a su paje como mujer y marido.
«¿Mataré yo a Gerineldo, a quien crié desde niño?
Pues si matare a la infanta, mi reino queda perdido.
Pondré mi espada por medio, que me sirva de testigo.»
Y salióse hacia el jardín sin ser de nadie sentido.
Rebullíase la infanta tres horas ya el sol salido;
con el frior de la espada la dama se ha estremecido.
—Levántate, Gerineldo, levántate, dueño mío,
la espada del rey mi padre entre los dos ha dormido.
—¿Y adónde iré, mi señora, que del rey no sea visto?
—Vete por ese jardín cogiendo rosas y lirios;
pesares que te vinieren yo los partiré contigo.
—¿Dónde vienes, Gerineldo, tan mustio y descolorido?
—Vengo del jardín, buen rey, por ver cómo ha florecido;
la fragancia de una rosa la color me ha devaído.
—De esa rosa que has cortado mi espada será testigo.
—Matadme, señor, matadme, bien lo tengo merecido.
Ellos en estas razones, la infanta a su padre vino:
—Rey y señor, no le mates, mas dámelo por marido.
O si lo quieres matar la muerte será conmigo.
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