domingo, 2 de febrero de 2014

HA MUERTO FÉLIX GRANDE, SIN DEJAR DE ESTAR VIVO

Recordaremos al poeta Félix Grande por sus palabras, por sus versos y siempre tendremos sus palabras en nuestros oídos aquellos que alguna vez asistimos a sus lecturas poéticas.

Nació en Mérida en plena guerra civil, en 1937, pero vivió su infancia  y juventud en Tomelloso (Ciudad Real).
Su trayectoria poética comenzó en el 63 cuando gana el premio Adonáis. Renovador de la poesía de los 60, también cultivó el género narrativo. Fue crítico y flamencólogo y estuvo vinculado como redactor y luego como director a  Cuadernos Hispanoamericanos. Recibión el Premio Nacional de Poesía en 1978 por Las rubáiyatas de Horacio Martín. 

POÉTICA 
tal como están las cosas
tal como va la herida

puede venir el fin
desde cualquier lugar

Pero caeré diciendo
que era buena la vida

y que valía la pena
vivir y reventar

Puedo morir de insomnio
de angustia o de terror

o de cirrosis o de
soledad o de pena

Pero hasta el mismo fin 
me durará el fervor

me moriré diciendo
que la vida era buena

Puedo quedar sin casa
sin gente sin visita

descalzo y sin mendrugo
ni nada en mi alacena

Sospecho que mi vida
será así y ya está escrita

Pero caeré diciendo
que la vida era buena

Puede matarme el asco
la vergüenza o el tedio

o la venal tortura
o una bomba homicida

ni este mundo ni yo
tenemos ya remedio

Pero caeré diciendo
que era buena la vida

Tal como están las cosas
mi corazón se llena

de puertas que se cierran
con cansancio o temor

Pero caeré diciendo 
que la vida era buena:

la quiero para siempre
               con muchísimo amor.


                                              Si tú me abandonaras te quedarías sin causa
como una fruta verde que se arrancó al manzano,
de noche soñarías que te mira mi mano
y de día, sin mi mano, serías sólo una pausa;

si yo te abandonara me quedaría sin sueño
como un mar que de pronto se quedó sin orillas,
me extendería buscándolas, con olas amarillas,
enormes, y no obstante yo sería muy pequeño;

porque tu obra soy yo, envejecer conmigo,
ser para mis rincones el único testigo,
ayudarme a vivir y a morir, compañera;

porque mi obra eres tú, arcilla pensativa:
mirarte día y noche, mirarte mientras viva;
en ti está mi mirada más vieja y verdadera.

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