jueves, 16 de enero de 2014

ACTIVIDAD DE EVALUACIÓN PARA BACHILLERATO



ACTIVIDADES DE EVALUACIÓN
APELLIDOS                                                                                       NOMBRE

CURSO Y GRUPO


 Texto 1
 
Conjúrote, triste Plutón, señor de la profundidad infernal, emperador de la corte dañada, capitán soberbio de los condenados ángeles, señor de los sulfúreos fuegos, que los hervientes étnicos montes manan, gobernador e veedor de los tormentos e atormentadores de las pecadoras ánimas, regidor de las tres furias, Tesífone, Megera e Aleto, administrador de todas las cosas negras del reino de Éstige y Dite, con todas sus lagunas y sombras infernales, y litigioso caos, mantenedor de las volantes harpías, con toda la otra compañía de espantables y pavorosas hidras; yo, Celestina, tu más conocida cliéntula, te conjuro por la virtud y fuerza destas bermejas letras, por la sangre de aquella noturna ave con que están escritas, por la gravedad de aquestos nombres y signos que en este papel se contienen, por la áspera ponzoña de las víboras, de que este aceite fue hecho, con el cual unto este hilado, vengas sin tardanza a obedecer mi voluntad y en ello te envuelvas, y con ello estés sin un momento te partir, hasta que Melibea con aparejada oportunidad que haya lo compre, y con ello de tal manera quede enredada, que cuanto más lo mirare, tanto más su corazón se ablande a conceder mi petición. Y se le abras y lastimes del crudo y fuerte amor de Calisto, tanto que, despedida toda honestidad, se descubra a mí y me galardone mis pasos y mensaje; y esto hecho pide y demanda de mí a tu voluntad. Si no lo haces con presto movimiento, ternásme por capital enemiga; heriré con luz tus cárceles tristes y escuras; acusaré cruelmente tus continuas mentiras; apremiaré con mis ásperas palabras tu horrible nombre, y otra y otra vez te conjuro, y así confiando en mi mucho poder, me parto para allá con mi hilado, donde creo te llevo ya envuelto.

                                                           La Celestina, Auto III
Texto 2

¿Quién soy yo, Sempronio? ¿Quitásteme de la putería? Calla tu lengua, no amengües mis canas, que soy una vieja cual Dios me hizo, no peor que todas. Vivo de mi oficio como cada cual oficial del suyo muy limpiamente. A quien no me quiere no le busco, de mi casa me vienen a sacar, en mi casa me ruegan. Si bien o mal vivo, Dios es el testigo de mi corazón.

1.     Lee los dos textos y realiza una composición escrita sobre la caracterización del personaje de Celestina a través de sus palabras.

2.     VOCABULARIO
a) Busca el significado de las siguientes palabras, pero explica el significado con tus propias palabras:

Estereotipo:
Arquetipo:
Philocaptio:
Conjuro:
Epónimo:

b) Copia el significado de conjuro del DRAE y explica si es monosémica, polisémica u homónima.
c) Explica la relación significativa en “ cárceles tristes y oscuras”.
d) ¿Qué tipo de palabra es cliéntula por su estructura?

3.     TRABAJO
 La creación del epónimo a partir del personaje literario de Celestina. Otros epónimos .
  a) Búsqueda de información.
b) Redacción del trabajo en cuatro apartados:
1.- Introducción.
2.- Desarrollo.
3.- Conclusión.
4.- Bibliografía o fuentes de información.

Extensión del trabajo: Un folio como máximo.

CITA BIEN LA BIBLIOGRAFÍA  DE LA RED
RINCÓN DE LECTURA (2014)
[http://paraleerenelaula.blogspot.com.es/]

domingo, 12 de enero de 2014


Las banderas no se ofenden

Un objeto no puede sentirse ofendido. Tampoco una idea

ÁLEX  12 ENE 2014 
Las banderas no se ofenden
Todos estamos atentos, muy atentos, a la nueva legislación. Nuevos delitos: ¡¿Será posible?! Leamos atentos el último artículo de Alex Grijelmo en El País. Nos ayudará a entender las cosas: 



Un objeto no puede sentirse ofendido. Tampoco una idea. Por mucho que lo intentemos, ni una mesa se dará por injuriada ni el concepto “libertad” creerá que lo hemos menospreciado.

“Ofender” se define en el Diccionario como “humillar o herir el amor propio o la dignidad de alguien, o ponerlo en evidencia con palabras o con hechos”. “Ultrajar” equivale por su parte a “ajar” o “injuriar”, donde “ajar” se corresponde con la acepción de “tratar mal de palabra a alguien para humillarle”; y donde “injuriar” equivale a “ultrajar”; y “ultrajar”, a “despreciar o tratar con desvío a alguien”. Definiciones todas ellas en las que el indefinido “alguien” solo puede referirse a personas.

“España” es una palabra que representa una cosa o una idea: o bien un territorio físico o bien el concepto espiritual de una nación. “España” no tiene emociones, ni ojos, ni boca, ni brazos ni axilas, ni rodillas ni corvas. ¿Cómo se podría entonces ofender a España, según señala un proyecto de ley, si España no es “alguien”, sino “algo”? España o la bandera son algo que amamos, algo que nos une o nos separa, no son alguien que sufre, que hace o deshace (salvo en usos metafóricos que representen a unas personas; por ejemplo, si decimos: “España es alguien en el fútbol mundial”).
 
Los sentimientos de España, como el fútbol de España, solo se pueden residenciar en los españoles (y en los futbolistas españoles). Está claro que “España” somos los españoles. Pero los españoles mostramos gran variedad de pareceres tanto a la hora de pedir los cafés (“yo quiero un cortado descafeinado con leche fría, en vaso y con azúcar moreno”) como en todo lo que concierne a los asuntos públicos (“yo me siento más de mi región que de mi pueblo, pero más de mi pueblo que español, y un poco más español que de mi provincia”).

Entre esos tipos de españoles se encuentran los que se molestan con facilidad y también los que, por el contrario, piensan que la palabra perro nunca les muerde.

Entonces, ¿cómo se pueden regular las ofensas y los ultrajes a España, a la bandera, a las comunidades y, ya puestos, también a los ayuntamientos, las diputaciones, las comarcas, las vegas y los valles?

Malamente.

El filósofo británico John Austin (1911- 1960) nos enseñó que una cosa es decir palabras; otra hacer con palabras, y una tercera hacer al decir palabras.

En los tres casos decimos palabras, pero las consecuencias difieren. Si pronunciamos “te felicito”, hacemos con palabras, pues en la oración “te felicito” va el mismo acto de felicitar. Pero si nos dicen “te regalo este libro”, se precisan la palabra y el libro para hacer al decir, porque lo uno sin lo otro no completa la acción.
Así que no todas las palabras consiguen por sí mismas lo que se proponen. Puedo pronunciar “te doy las gracias”, y en ese momento estoy agradeciendo. Pero si digo “te persuado”, tal vez no esté logrando persuadir a nadie, porque para ello hace falta que el receptor dé sentido al verbo.

Está en marcha una ley que se prevé incluya palabras desviadas de su significado, como “ofender” o “ultrajar”; verbos que tampoco se realizan por sí mismos, sino que necesitan la contribución del complemento que recibe la acción. Y los complementos de esta ley no pueden contribuir a ello porque no son personas.

La bandera, la palabra “España” (o “Cataluña”, o “Galicia”) representan ideas, y como ideas reciben ataques que no son en sí mismos injuriosos contra nadie, no son personales. Quien se envuelva en la bandera se estará arrogando como ultraje personal lo que solamente se expresó como desacuerdo democrático, por desagradable que nos parezca. Pero esa futura ley no defiende la bandera ante las ofensas, sino más bien determinadas ideas ante las críticas.

Ni el término “gato” araña ni la palabra “hielo” enfría. Y quemar una bandera es quemar una bandera, no quemar a quienes amamos una bandera. Así es la libertad de expresión, así es la democracia, así es el lenguaje. Y si usted discrepa, queme este artículo. No será ninguna ofensa.
LEER EL ARTÍCULO

martes, 7 de enero de 2014

CERVANTES Y LAS MUJERES


Leamos, para empezar con buen pie, este artículo de Juana Vázquez publicado por EL PAÍS en 2007:
Don Miguel de Cervantes fue un hombre que se adelantó a su tiempo, y al que su pasión por la libertad llevó a configurar la mayoría de los personajes femeninos de Don Quijote según sus principios de independencia y libertad.
El escritor manchego estaba muy lejos de los modelos de mujeres que presentaban los autores de entonces. Su actitud ante la vida era avanzada. Sobre todo, si lo comparamos con Lope de Vega, Tirso de Molina, Quevedo... y no digamos con el posterior Calderón de la Barca, quienes proyectaban en sus obras una concepción de la mujer cavernícola.
Consecuencia de esta actitud avanzada es que la mayoría de los personajes femeninos de este libro de libros saben leer y escribir. Sólo son analfabetas Teresa Panza, Sanchica, Aldonza Lorenzo y Maritornes. Sin embargo, las damas de aquellos siglos, en un 90%, no estaban alfabetizadas.
Letradas o analfabetas, señoras o criadas, ricas o pobres, campesinas o aristócratas, las féminas de Don Quijote son sujetos de pensamientos y actitudes autónomas, viven dignamente en el nivel que les corresponde por su origen, y aunque éste se sitúe en el peldaño más bajo de la escala cultural y social, se muestran seguras de sí mismas y lo viven con gallardía y autoestima. Cervantes les da vida como sujetos y por tanto no están atadas a ningún convencionalismo social o cultural que se sitúe por debajo de su dignidad como personas. No era así para las mujeres de carne y hueso de aquellos siglos. Y es que con Cervantes la mujer cambia su papel de objeto pasivo a sujeto activo.
Entre estas damas cultivadas y seguras de sí mismas de Don Quijote, en donde se cumple de una forma más radical el pensamiento de un Cervantes anticipado a su tiempo, está el personaje de Marcela, que encabeza su manifiesto con el famoso grito: "Yo nací libre". La zagala reivindica el privilegio de vivir sin trabas, sea soltera, casada u holgando a su antojo de lo que llama su libre condición.
Este que sigue es un fragmento de su discurso a los amigos del fallecido Crisóstomo, que se suicidó porque ella no lo aceptaba como futuro marido: "El cielo aún hasta ahora no ha querido que yo ame por destino, y el pensar que tengo que amar por elección es excusado. (...) Yo como sabéis tengo riquezas propias y no codicio las ajenas; tengo libre condición, y no gusto de sujetarme (...) Y en diciendo esto, sin querer oír respuesta alguna, volvió las espaldas y se entró por lo más cerrado de un monte".
¿Dónde en un siglo de analfabetismo, existen unas mujeres, además de libres, con destrezas propias de letradas e instruidas, iguales que los personajes femeninos de Don Quijote? Pues las féminas de este tiempo, como manifiesta el padre de una dama casadera en la comedia de Calderón No haya burlas con el amor, debían prescindir del terreno intelectual, ya que les estaba prohibido por pertenecer al hombre. Lo suyo era la vida cotidiana ubicada en el espacio privado y atender a sus labores caseras. De esta forma tan sintetizada lo dice el citado padre acerca de su "querida" hija: "Bordar, labrar y coser/ sepa sólo: deje al hombre/ el estudio".
Hoy todavía quedan flecos en la idea de que la mujer es la apropiada para realizar trabajos caseros. Por ejemplo, hace poco se leía en la prensa que una compañía aérea ha rechazado contratar hombres como auxiliares de vuelo en sus aviones. Alegan que prefieren que sean mujeres las que atiendan a los pasajeros. Seguramente, piensan que se les da mejor que a los hombres servir las comidas, las bebidas, traer una mantita al viajero, una almohada, algún analgésico, en fin, servicios domésticos...
En resumen, si la libertad que otorga Cervantes a las damas en Don Quijote, que las hace salir a los caminos "solas y señeras", hubiera servido de ejemplo para muchos escritores de todos los tiempos e incluso para los medios de comunicación de nuestros días -que todavía hoy deslizan en sus páginas frases como "mujeres cuota", "ministras Vogue", etcétera- mejor nos hubiera ido. Seguramente, mucha de la violencia machista estaría extinguida, pues ésta se basa, sobre todo, en utilizar a la mujer como un objeto que pertenece al marido, algo así como el coche, el vídeo o el ordenador, y no como sujeto de acción y libre albedrío.
En la comedia El castigo sin venganza, de Lope de Vega, se aprecia esta actitud machista, que por desgracia, hoy, cuatro siglos después, sigue existiendo. Así se queja una fémina de los maridos: "En tomando posesión (de la esposa)/ quieren en casa tener/ como alhaja la mujer,/ para adorno, lustre y gala,/ silla o escritorio en sala.../ y es término que condeno...".
Para muchos no ha cambiado esta concepción de la mujer, y siguen sin admitir su libertad como sujetos. Hace poco leía en una entrevista que le hacían en Mujer Hoy a una psiquiatra, Marie-France Hirigoyen, experta mundial en maltrato y acoso, en la que decía: "Se supone que cuanto más libertad tengan ellas, menos violencia debería existir dentro de la pareja, pero esto no es así, porque los hombres se resisten a aceptar esta libertad de la mujer". ¿Hasta cuándo?
Juana Vázquez es catedrática de Lengua y Literatura y escritora.

viernes, 3 de enero de 2014

CON BARENBOIM COMENZAMOS EL 2014